“Con frecuencia me repiten: ¿porqué no le hacen como Singapur? …pues porque no somos Singapur…” confesó el secretario de Salud de Guanajuato, Daniel Díaz, al referirse al caso del próspero país asiático que dio al mundo una cátedra magistral de cómo, con la disciplina de su población y firmeza de sus autoridades han mantenido a raya al covid-19.
“Aunque llegamos a estar más cerca verde que del naranja, lamentablemente no se pudo revertir la tendencia. Insistentemente estuvimos invitando a la población y a las autoridades municipales a que pusiéramos el granito de arena que se necesita para no seguir impactando no solo en la salud, y la vida, sino en la economía de las familias guanajuatenses”, lamentó Martínez.
Y es que personas en edad productiva siguen saliendo a las calles a trabajar, a socializar -y contagiarse- y al regresar a casa llevan el virus a los suyos: adultos mayores y personas vulnerables que sí se están resguardando como medida de prevención y tristemente, son quienes más pierden la vida por esta enfermedad.
A eso se le debe sumar los casos de empresas y empleadores negligentes que carecen de medidas de prevención en el entorno laboral -o si las hay, existen solo en el papel- y mantienen su negativa al resguardo domiciliario por la pandemia.
Solo ahora que regresó el color naranja algunos empiezan a reaccionar. Demasiado tarde.
¡Como si el coronavirus basara su letalidad por el color de un indicador, sea rojo, naranja o amarillo…!
¡O como si la población necesitara de un semáforo que les orientara en qué momento salir a contagiarse!
La pandemia no ha podido ser contenida por la suma de bastantes negligencias.
Y no. Guanajuato no es Singapur. Y por lo visto, tampoco es disciplinado.
Y esa falta de disciplina ya la está pagando en lo económico, en salud y vidas.
Periodista de investigación. Ex servidor público de carrera