México cumple 110 años de una revolución en la que mujeres y hombres lucharon con un machete, una pistola, un rifle, piedras, lo que fuera, con un objetivo final: consolidar la democracia, libertad, justicia y soberanía. Un contexto complicado en el que, si bien el Porfiriato mandaba mensajes de crecimiento económico y estabilidad política, también había descontento de grupos que no veían llegar esos beneficios a sus vidas, o bien, ante una incontenible persecución a la oposición política. Además de que, si se considera que el periodo revolucionario comprende de 1910 a 1920, según el consenso adoptado, el país tuvo entre uno y dos millones de muertes por violencia o enfermedades.
Hoy el país vive, al igual que muchos otros, otra revolución, una que toca muchos más rincones que la de 1910 como, entre otros, educación, seguridad, justicia, salud, energía, transporte, finanzas, vivienda y mercado laboral: la revolución tecnológica. El origen de lo que podría ser un nuevo cambio social y estructural para el país. Sin embargo, a pesar de esas décadas posrevolucionarias transcurridas, hay algunos elementos que parecen aferrarse a persistir en la vida de México. Por ejemplo, la presencia del descontento social que nada más es cuestión de entrar a las redes sociales para ver cómo se manifiesta; escuchar por un lado que se hable de crecimiento económico y estabilidad política, mientras que por el otro, no cesan reclamos de diversos grupos que no ven llegar los beneficios; también, ver incontenibles acciones en contra de la oposición política; o bien, que de 2010 a 2019 el INEGI haya reportado casi 7 millones de muertes, también por violencia o enfermedades.
A diferencia de la época de las adelitas y los soldados, en lugar de usar fusiles y balas, hoy las herramientas para responder a esta nueva revolución mexicana son computadoras, teléfonos, redes sociales, internet, inteligencia artificial, machine learning, en fin, todos los componentes de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) con los que bien se puede aportar a la consolidación de la democracia, justicia, libertad y soberanía. Aunque lograrlo requiere verdaderos liderazgos de Estado que impulsen una estrategia digital nacional adecuada, no personajes políticos de ocasión.
Hace unos meses se anunció un recorte (que no prosperó) del 75% de gasto en TIC, al amparo de argumentos como “los que lucharon en otros tiempos para transformar al país, no esperaban tener computadora” ¿Qué hubiera pasado si Margarita Neri, Emiliano Zapata, Hermila Galindo, Venustiano Carranza o cualquier otro icono revolucionario le hubiera dicho a su equipo que los que lucharon en otros tiempos no esperaban tener armas ni balas? Se hablaría de un menor número de logros revolucionarios.
* Abogado especialista en análisis de políticas públicas en materia de justicia y estado de derecho.