Habían 65 mil almas presentes, pero la gran mayoría rezaba por que el mítico Pelé, en ese entonces ya dos veces campeón del mundo, no lograra la hazaña de llegar a los mil goles en su carrera, ya que ello significaba que su equipo, el local Vasco da Gama, podría perder el partido. No podía haber mejor escenario para tal acontecimiento, el estadio Maracaná quería estar presente en el decisivo capítulo de su más grande leyenda nacional.
Aquel 19 de noviembre de 1969, a las 23 horas con 11 minutos, Pelé a sus 33 años convertía de penal su milésima anotación. “Por primera vez en mi carrera me sentí realmente nervioso”, recordó años después.
La presión por el morbo de la marca era enorme y el estadio se vino abajo, porque aunque fueran rivales, la afición brasileña se unió por su figura. Poco importó que faltaban 12 minutos para concluir el duelo por el campeonato local, llamado el Robertao en aquel entonces.
Las cosas marchaban 1-1, pero la ventaja que logró Pelé se mantuvo hasta silbido final. Lo curioso es que hubo tanto revuelo, que tras el gol mil no se pudo reanudar el duelo hasta 25 minutos después. El que sufrió en cambio, fue el portero Edgardo Andrada que no quería pasar a la historia como aquel portero, al que Pelé le metió su milésimo gol. No lo hizo mal, se lanzó al palo izquierdo de manera correcta pero no fue suficiente.
La leyenda aprovechó los reflectores para dar el siguiente mensaje; «ahora que todo el mundo está escuchando, ayuden a los niños, ayuden a los desamparados. Es mi único deseo en este momento tan especial para mí«.