Todos somos magos y no siempre lo sabemos. A mí se me cae una pluma al piso, espero unos minutos y cuando la voy a recoger desapareció para siempre, nunca vuelve. Mis lentes de ver de cerca: los dejo en una mesa y desaparecen para aparecer en el baño. De los libros ni hablar, pienso en un título y precisamente ese ejemplar desaparece de los libreros. Si compro otro título idéntico, su gemelo aparece en el acto. Con estos modestos actos de magia se teje la trama de la vida diaria.
No se llama olvido, no se llama desatención, se trata de verdadera magia. Si usted tiene dudas de sus poderes, pruébelos. Deje el celular en una mesa. Abandone el lugar unos minutos y regrese al lugar de los hechos. Claro: el celular desapareció. Los objetos intervienen y los celulares juegan bromas pesadas que desafían a los magos. Entonces tenemos que recurrir a la vulgaridad de la lógica para descubrirlos: ¿me puedes llamar? Amo el libertinaje de los celulares.
No tengo duda de que somos magos. Si podemos desaparecer cosas, podemos aparecer otras. Seguro le ha pasado a usted, colega mago: y estas llaves, ¿cómo llegaron aquí? Preguntas sin respuesta. Y ahí siguen llaveros con llaves de puertas desconocidas que quizá nos llevarían a lugares felices. A las mujeres magas les ocurre con los aretes, desaparece uno y aparece otro pendiente que no hace par; el juego de los nones de los aretes convierte a las mujeres en magas muy serias.
Los sortilegios sirven a los magos. Si usted necesita algo que ha desaparecido con sus poderes, recuerde este filtro. Un ejemplo: no necesito mi iPad para nada, no lo quiero, de hecho he pensado en deshacerme de él para siempre. Usted voltea y ¿qué ve? Su iPad, obvio. A los objetos no les gusta que los desdeñemos, entonces con nuestros poderes los atraemos de inmediato.
Si no me creen allá ustedes, se convertirán en seres desdichados que acusarán a su desmemoria, a su neurosis, a su desesperación, a la imperfección del trazo universal, a las líneas invisibles de la realidad y el deseo.
Como lo oyen. Mejor aceptar la verdad de que somos magos y magas con poderes desconocidos incluso por nosotros mismos: aparecer y desaparecer, alma de la magia y visión compasiva de nuestras vidas. Entendámoslo: la magia es lo nuestro.
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