Cuando sucede algo inexplicable a la luz de la ley natural o física, se suele hablar de una acción sobrenatural o divina, de un milagro. El mes de diciembre simboliza uno de los más famosos en la historia de la humanidad, la navidad. Sin embargo, hay otros más tangibles, como el de Madiba en contra de un apartheid, en donde el 15% de la población era dueña de 87% del territorio sudafricano. Entendió retos, optó por una economía mixta, canalizó esfuerzos para combatir pobreza y desigualdad con crecimiento. Entendió y atendió necesidades básicas de su país. Apoyó a empresas pequeñas y, no menos importante, procuró cerrar la brecha de una arraigada polarización social con base en un principio básico: no olvidar a la gente.
El pasado primero de diciembre, el Ejecutivo Federal mexicano presentó su segundo informe de gobierno. Un informe colmado de logros como que no habrá incremento de impuestos, deuda ni precio de combustibles; pensión universal para adultos mayores; medicamentos gratis; más dinero para pobres; apoyos al campo; aumento del salario mínimo; 7,200 becas para posgrado e investigación; más de 46 mil comunidades con internet; cerca de 2 millones de libros impresos; en 2023 se dejará de importar gasolina; camas y hospitales para contener la pandemia; 2 millones de créditos a formales e informales; remesas por 40 mil millones; inseguridad atendida y contenida desde sus causas; y unas fuerzas armadas encargadas de proteger, administrar, construir y ahora vacunar. Y aunque faltan compromisos como descentralizar el gobierno federal, aumentar energías renovables y aclarar la situación de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, se afirmó que el país está ante un “milagro social”.
México gasta 7.5% de su PIB en pensiones, salud y desempleo, cifra muy inferior con respecto al 19.9% promedio de la OCDE, o que tiene un sistema tributario poco competitivo; que 3.7 y 8.4 millones de formales e informales, respectivamente, que han perdido su trabajo, además de las 300 mil empresas que han tenido que bajar la cortina; una inseguridad que sigue extorsionando números sustentados en percepción, cuando más de 30 millones de delitos quedan en terreno de la nada; o bien, explicar cómo las fuerzas castrenses, responsables de contención de riesgos de Estado, están a nada de vender pepitas en el metro.
Los milagros sociales suceden cuando algo va en contra de la experiencia, estadística y evidencia documentada. Pero la historia muestra que se hacen tangibles por sus resultados, no por las palabras. De no ser así, puede que México vea un milagro, pero más que social, popular, que permita el poder, pero que olvida a la gente.