Me molesta que le digan “caballero”, no tiene etiqueta, encasillan lo que no entienden. Sus ojos tan profundos parecen conocer el dolor más hiriente y el amor más tierno, vibran mientras me habla de su perro de infancia llamado Pirata. Estamos en una terraza de la colonia Escandón cerca de la calle Prosperidad, vaya nombre, me gustaría estar cercana a esa palabra en tiempos de incertidumbre. Atrás quedó la solitaria Avenida Nuevo León. Se ha ganado llevar una falda afrontando sus heridas. Su pañoleta roja le va bien, de voz pausada, son años de esfuerzo. No podemos excluir, el bien de otro es nuestro bien, somos comunidad, llegó de Chihuahua para descubrir la ciudad, caminó por sus calles, la colonia Escandón le gusta por decadente y solitaria.
Tu misma eres tu jueza más dura, reconocer al otro es asomarnos a otras realidades
¿Eres solitaria?
Toda mi vida estuve sola.
¿Qué es la soledad?
Una llaga.
¿Y qué sucede cuando escuchas otras soledades?
Necesito escuchar a las otras personas para entender mi realidad
¿Qué buscas?
Salirme de mi piel… porque no me interesa ser una persona que no quiere abrirse, necesito abrirme en canal.
¿Te gusta sentirte expuesta?
No es que me guste, es parte de un proceso, ya no pienso en la validación externa, es inservible, soy esto, existo para compartirme.
Son varios proyectos los que ha creado: El Gil, Pinga Rosa. Mutando siempre. Mi Gil y La llaga es su proyecto musical actual, nació para transformar el duelo de la muerte de su madre. Una madre a la que sueña constantemente. De la mano de NoFM grabó una canción para festejar el octavo aniversario de esta radio independiente, se grabó en un set especial en colonia Juárez, calle de Dinamarca, entre velas y un ambiente íntimo respetando estrictas medidas de sana distancia nació la grabación de La Cabrona, porque así es la vida de pérfida.
De un tema a otro saltamos de la única forma en que nos es posible: conectando. Hablamos del machismo, de lo que se les prohíbe a los hombres, renunció a ese hombre que le impusieron: toda mi vida no me sentía cómoda con la idea de ser hombre, nunca entendí por qué. Mi relación con ser hombre es lejana de etiquetas. Cuando entendí que yo era un género no binario todo se transformó. Como “hombre” tú no puedes sentir esto, solo puedes reírte, enojarte y estar caliente, no puedes llorar, no puedes decir lo que sientes, es triste ver a hombres de 60 años hacer berrinches porque no reconocen sus emociones, casi todo lo transforman en violencia, hasta cuando se calientan es violencia. Todos los días debo recordarme ser no sexista, no discriminar. Tengo privilegios por el hecho de verme masculina, te ponen atención. A las voces de los hombres las escuchan, uso mis privilegios para criticar la masculinidad violenta y sistemática. Hombres y mujeres no somos enemigos a pesar de las violencias de mentes extremas que nos siguen dividiendo, queda un duro camino por avanzar. Basta cerrar los labios para escuchar las otras soledades.
* Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)