José María “Chema” Fraustro, actual secretario de gobierno, es otra historia. Sí las columnas políticas de los medios de comunicación de Saltillo eligieran al próximo presidente municipal, Fraustro ganaría de calle. Pero no es así.
Chema pretende la alcaldía para luego lanzar su candidatura a la gubernatura, cuando bien sabe qué en ambos casos, no tiene oportunidad alguna de victoria.
En estos tiempos, la lucha electoral contra Morena exige candidatos carismáticos y electoralmente rentables:
Fraustro no es una cosa ni la otra. Su intentona, seguro, es para lograr otras cosas para sí mismo y su grupo político, so pena que Armando Guadiana pase por encima de él y ponga en grave riesgo la sucesión gubernamental para el PRI en 2023.
Respecto a las mujeres que pudieran ser favorecidas por la eventual aprobación de la política de paridad de género propuesta por el INE para aspirar a la gubernatura, Riquelme tendría tres problemas por resolver:
(1) Ni él o el PRI se han planteado tal posibilidad con antelación. (2) Hilda Flores y Verónica Martínez no pertenecen a su grupo político. La primera es más cercana a Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones y la segunda, a Rubén Moreira.
Y (3) Lupita Oyervides, por su parte, no tiene la experiencia para enfrentar un reto de esa magnitud.
Así luce el tablero de ajedrez del gobernador Riquelme para los próximos tres años. Hombre cerebral y disciplinado, sabe que sus próximas movidas no pueden ser definidas por el carro completo de 2020.
Conoce también que su margen de maniobra es reducido y no puede permitirse error alguno.
Entiende bien que su propia supervivencia transexenal está en juego bajo un cielo morenista ominoso y vengativo.
Por ello, no puede temblarle la mano para lograrla. Necesita un Jaque Mate claro y macizo; apuntalado por la unidad de un priismo de acero; un Poder Judicial transformado y capaz de blindarlo y un sucesor victorioso a la altura de sus expectativas y las de Coahuila.
Esperemos a ver.