El brote clasista en contra de Delfina Gómez es reprobable. La desacreditación a su persona por su forma de hablar, su color de piel o dónde nació, estudió y vivió revela al México que, lejos de desaparecer, continúa aferrado a sus raíces discriminatorias.
Quienes pretenden reprobar al gobierno de López Obrador por esas razones y con esos argumentos, al hacerlo, le dan la razón.
Ellos son los que tienen tache y cero: los racistas, clasistas, misóginos. La evaluación debe darse en el terreno del conocimiento, del desempeño y la honestidad. Delfina será la próxima secretaria de Educación Pública en sustitución de Esteban Moctezuma.
¿Es menos idónea que él? ¿Todos los anteriores son mejores? Por supuesto, la vara alta la colocan figuras como José Vasconcelos y Torres Bodet. Pero también han llegado impresentables. El anterior secretario, Moctezuma, es una gente amable y preparada. Sin embargo, el puesto que lo marcó, por su impulso y duración, fue el de empleado de Salinas Pliego.
La mayor experiencia de Delfina Gómez, durante décadas, fue como docente. Ya en su paso como servidora pública, en Edomex, perteneció al grupo de Higinio Martínez.
En el mejor panorama, Gómez aportará sus años de vivencia cotidiana para centrarse en los contenidos, la enseñanza y la manera de comenzar a sacar del hoyo profundo a millones de estudiantes.
En el peor, se convertirá en un vehículo más de los intereses que ven a la SEP como un botín político y económico.
Manuel Gil Antón, experto en el tema, señaló que la maestra Delfina no es garantía, pero sí una posibilidad de otra mirada y rumbo. Ojalá, ojalá.
Aquí entre nos
Felipe Calderón sacó a las fuerzas armadas de sus cuarteles. Peña Nieto los dejó ser. Y Andrés Manuel les entregó no solo la seguridad pública, sino tareas clave y cuantiosos recursos. El pacto castrense quedó sellado con la liberación del general Cienfuegos en EU, para (se supone) ser juzgado en México por sus posibles vínculos con el narco.
Coincido con la diputada Tagle: “Que el poder civil ceda fuerza al militar, es algo que lamentaremos todos”. Y es que, ni hablar, digan lo que digan, la militarización en la 4T va.
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