Vienen a mi mente los recuerdos de mi infancia, cuando esperábamos con ilusión la llegada de la navidad. En la cultura cristiana, esta fecha simboliza la esperanza de un futuro mejor y simboliza el nacimiento del Salvador del mundo, la oportunidad de la redención de la humanidad ante tantos desaciertos.
Nace un Salvador, aquel que traerá la paz no al mundo, sino al espíritu; aquel en el que la fe en lo que no se ve importa más que todo el poder y las riquezas terrenales. Una fe que ha rebasado el tiempo y el espacio, una fe que hoy necesitamos más que nunca en un tiempo complicado como hoy.
Vienen a mi mente esos bellos recuerdos en el que el abrazo era la manera más cálida de demostrar afecto, en el que las luces del pino parecían brillar con más intensidad y en el que ese aroma delicioso saliendo del horno de la cocina bañaba mi mundo, trayendo a mi memoria el dulce rostro de mi madre previo a la cena de Navidad.
Nada de esto se ha perdido, digamos que la batalla que hoy enfrentamos ante el coronavirus, nos ayudará a entender que las cosas más sencillas de la vida sin las más importantes y que es más constructivo mantener la fe en que al final del túnel nos espera un mundo mejor.
Es tiempo de reflexión, tenemos que cuidarnos aún más, y debemos hacerlo por los que más queremos; he llegado a la conclusión que somos un mundo egoísta, en el que, si existiendo una enfermedad tan dura como esta no somos capaces de cuidarnos a nosotros mismos para evitar el mal colectivo, no sé qué es lo que nos puede llevar a solidarizarnos con el mundo entero.
Por eso nuestro mundo no cambia y creo que esta enfermedad nos debe llevar a entender que los seres humanos metidos en un mundo egoísta lo único que va a derivar es en la destrucción misma de la humanidad.
Hoy que la mayoría de los mexicanos recordamos la llegada al mundo del Salvador debemos de aprender que el desprendimiento de nuestro interés por tomar el interés común es el que terminará por salvarnos. Definitivamente esta debe ser una enfermedad que nos lleve a reflexionar primero a anteponer el interés común sobre el propio y evitar el egoísmo a toda costa.