Entre el 24 y el 31 de diciembre de cada año todos escurrimos miel deseando amor, paz, salud, bienestar hasta fortuna, viajes… y más amor.
Muchas veces estas expresiones son de mera cortesía, por compromiso ante los mensajes que recibimos de personas con las que habitualmente no tenemos trato ni contacto, sin embargo, este año pareciera haber un grado mayor de sinceridad… y motivos los hay. En los últimos 12 meses, la gran mayoría sufrió la pérdida de uno o varios seres cercanos por la pandemia, padecimos en algún grado la inseguridad galopante y todos cargamos con los impactos de la crisis económica.
Sin embargo, es solo una semana de parabienes contra 52 más en las que ha prevalecido lo contrario. Veamos.
Desde el discurso público dominante se atizan antivalores impropios de cualquier sociedad que se precie de progresista, democrática y humanista, así, han prevalecido…
El Odio: antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea.
La Ira: apetito o deseo de venganza.
El Resentimiento: sentimiento persistente de disgusto o enfado hacia alguien por considerarlo causante de cierta ofensa o daño sufridos y que se manifiesta en palabras o actos hostiles.
El Rencor: Resentimiento arraigado y tenaz.
¿Le suena? Estas son solo definiciones tomadas de distintas partes pero que es indudable que las vivimos a diario perversamente alentadas desde el poder público acendrando el encono social.
La crispación solo conviene a quien detenta el poder porque fragmenta a la sociedad, debilita a sus detractores a la vez que enciende y acerca más a sus partidarios. Como en conocida saga fílmica, el imperio nos ha llevado al lado oscuro de la fuerza social: 52 semanas al año vivimos entre el odio, la ira, el resentimiento y el rencor y solo en esta buscamos la paz y nos dejamos ir con la esperanza de que el año que entra será mejor, que ya hay vacuna, que conseguiremos empleo, que no se saturarán los hospitales, etc.
De nosotros depende ser seducidos por «el lado oscuro», o respondedor inteligentemente evitando la polarización, procurando empatía, sanación individual y social, y actuando para evitar que el imperio contraataque. ¿Continuará?