El proceso de comunicación política desarrollado en varios países latinoamericanos hace algunas décadas, se construyó a través del discurso en mítines y concentraciones públicas; posteriormente en la televisión y más recientemente en las redes sociales.
Por ello, se habla de que los líderes populistas están transformándose y llevan su discurso ideológico ahora en Twitter, Facebook e Instagram.
Con el desarrollo de internet y la digitalización de los procesos hacia la virtualidad y la cultura de la imagen; así como el video; la sociedad está inmersa en una cultura emocional que ha transformado la vida de las personas.
Las relaciones sociales se llevan a cabo tanto en el ámbito presencial como virtual, por ello estamos inmersos en una cultura donde la realidad y la ficción son difíciles de distinguir.
Prueba de ello son los amigos en las redes sociales, los jóvenes pueden encontrar muchos amigos con los cuales comparten ideas, sentimientos; video o tareas escolares sin que exista una relación directa.
Esta cultura del entorno virtual, deconstruye el espacio comunicativo, porque los ciudadanos estaban pendientes de un noticiario que se difundía a una hora determinada; ahora eso no sucede, porque en internet está disponible todo el tiempo la información.
Pero volviendo a la era del contagio informativo o al contagio de las emociones colectivas, como un mecanismo de comunicación populista; internet es un espacio ideal para hacer que los ciudadanos se “enganchen con las noticias”, con una imagen o con información que se difunde y que puede ser falsa; pero que tienen un efecto multiplicados increíble en las redes sociales.
La estrategia de comunicación populista 2.0 se desarrolla en dos fases, la primera es a partir del plano micro, de interacción entre los usuarios y que genera simpatías, participación y colaboración entre personas, mediante likes y retuits y el siguiente paso es el plano macro, donde se produce un contagio e identificación emocional.
El relato macro está basado justamente en la esperanza de los ciudadanos, en la búsqueda de una transformación en la política que les permita a los más desprotegidos, reconstruir su sueño de justicia y obtener los beneficios que no han tenido.
Por eso los líderes tienen muchos adeptos, porque logran detonar una chispa de ilusión y esperanza, emotivo y sustancial a sus necesidades. Y sucede en términos de comunicación política, que “la esperanza nunca muere”, entre más desilusión, fracaso o promesas incumplidas haya, más esperanzas hay de escuchar buenas noticias y votar por más promesas.
JOSÉ LUIS ESTRADA RODRÍGUEZ