Angélica, una mesera de un restaurante en la icónica avenida Álvaro Obregón, de la colonia Roma Norte, en la Ciudad de México, aguarda impaciente afuera del establecimiento. Anima a los pocos peatones a comprar comida para llevar, ante la imposibilidad de tener clientela consumiendo dentro debido a las restricciones que impone el semáforo rojo por la pandemia, aún cuando las terrazas pueden abrir, para ellos son solo dos pares de mesas.
“Desayunos deliciosos. Pan, aquí está el menú”, le dice a un joven despistado que apenas voltea la mirada.
Si fijamos la vista en ese lugar se observa desierto, sin movimiento, hasta oscuro.
Y si damos algunos pasos atrás, podemos ver cómo esa escena se repite en uno y otro, y otro, y otro comercio en la misma avenida.
Conviviendo con esa realidad, como vecinos de esos negocios, es posible ver edificios de vivienda repletos de carteles de “Se Renta”, “Se Vende”, “Se Renta o se vende”. En uno de ellos, ubicado entre las calles Frontera y Mérida, los letreros incluso se arremolinan y la pared ya no tiene espacio para que se coloque uno más. A unos pasos de éste, un local abandonado, evidentemente en quiebra. A una cuadra más otro. Y así se va dibujando una vía que en su esplendor, hace un año, era un espacio lleno de vida y bullicio energía de los bares y restaurantes donde hasta había fila de espera.
Angélica vive a unas cuadras de su centro de trabajo. Está consciente de que si no mejora la situación pronto, su departamento será uno más de los que tendrán en la venta o muro el letrero de “Se Renta”.
La avenida caracterizada por su vida nocturna, mansiones y edificios históricos, con su ancho camellón con árboles y fuentes con esculturas de bronce, está agonizando.
Fundada a principios del siglo XX, sobre ella vivieron personajes como el ex presidente Álvaro Obregón –por ello el cambio de nombre; antes se llamaba Jalisco-, el poeta Ramón López Velarde, Concepción Acevedo “La madre Conchita”, entre otros.
Ahora el fantasma de la crisis y la desocupación de complejos departamentales camina sobre sus aceras. Y esta zona no es más que el reflejo de lo que está ocurriendo en muchas otras calles y vías del país derivado de la crisis económica por la pandemia del Covid-19, pero también por la falta de apoyos del gobierno y un plan de estímulos económicos para que no se esté dibujando esta catastrófica estampa.
“Hay una sobreoferta de vivienda, muchos extranjeros que regresaron a su país, a otros se les cancelaron sus proyectos y se regresaron con sus padres o a sus ciudades. Hay demasiada oferta en zonas como Polanco, Roma, Condesa, zonas aspiracionales que ya no pueden pagar. Se fueron a lugares más baratos también, lo comparten”, me explica Bernadette Carral, directora de Efekto Inmobiliario.
Estima que en cuanto a rentas los precios que ofrecen los dueños a los inquilinos bajaron hasta 30%. “Tengo casos en la colonia Roma que de rentar en 37 mil pesos se cayó hasta 22 mil… O que no se rentan desde hace meses. Y hay familias que dependían, vivían de esas rentas, no están recibiendo ingresos”.
Hacer zoom e intentar entender lo que ocurre en una zona de alta plusvalía es útil para observar cómo la derrama y dinamismo económico están frenados hacia los demás sectores y estructuras sociales de todas las valías.
Angélica no es la dueña de su restaurante, pero ella y su familia dependen del salario y las propinas que recibe de los clientes, mismas que ya no existen. Lo más grave es que, a unas semanas de cumplir un año del inicio de la pesadilla que ha sido esta pandemia, el gobierno no ha dado facilidades a los empresarios para que se sortee esta situación y no afecte a todos los involucrados en la cadena.
Vergonzosamente, México y Uganda fueron de los países que menos estímulos y estrategias ofrecieron para paliar la situación económica por la contingencia, según datos de la calificadora Moody’s. Ambas naciones destinaron menos de un punto de su Producto Interno Bruto en inyectar recursos para el sostén económico por la parálisis, mientras que países como Alemania e Italia dispusieron de 40%.
En América Latina Perú y Brasil proyectaron 15%, quince veces más que México.
“Pero Alemania es Alemania, y Argentina es Argentina”, diría la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, como contestó a una reportera en una conferencia de prensa esta semana.
Su administración, señalaron varias fuentes del sector inmobiliario consultadas, llevaba tiempo –previo a la pandemia- deteniendo el crecimiento del sector por lentitud en trámites y ausencia de apoyo. Con la crisis por la contingencia sanitaria la situación empeoró.
Si el gobierno local y federal no reacciona ante estas historias de parálisis económica el riesgo de un declive aún más pronunciado es cada vez mayor.
El retrato de la avenida Álvaro Obregón no es más que un ejemplo que debería ser alarma de lo que está sucediendo en otras zonas de la ciudad y el país. Un paisaje oscuro donde el dinero ya no se mueve y la escasez, la precariedad, está llegando como siempre a los eslabones más débiles de la cadena.