No sé si esto sea una crítica, una reseña o una carta personal, pero quiero darles las gracias públicamente por todo lo que hicieron por mí. Sí, ustedes hicieron cosas buenas por mí y de alguna manera me salvaron.
Les explico: yo, como millones de mexicanos, llegué a su noche de estreno con el corazón destrozado, con muchísimo miedo y con cualquier cantidad de problemas.
Está de más que les diga que mi familia, como miles, estaba oscilando entre la depresión y el pánico. Todos encerrados en la misma casa, pero cada uno en su pantalla, haciendo su vida, separados.
¡Gracias!, ¡Gracias por hacernos suspirar! ¡Gracias por distraernos, por divertirnos, por emocionarnos! ¡Gracias por ponernos a cantar: “No séééééé… qué fueeeee….!”
Me quedó claro, como televidente y como crítico, que nadie en toda la industria de la televisión mexicana sufrió tanto la pandemia como ustedes.
No me quiero ni imaginar cómo le hicieron para escribir, contratar elenco y hacer grabaciones dependiendo de quién se iba contagiando y de quién no sin que eso se notara al aire. No me quiero ni imaginar el miedo que sintieron, los sacrificios que tuvieron que hacer y todo por lo que tuvieron que pasar.
Porque a ustedes el covid-19 los afectó antes que a nadie, y no es lo mismo darle vida a un personaje estando sano que hacerlo mientras se lucha contra las afectaciones que el virus deja en el cuerpo después de haberlo atacado.
Ustedes, todos ustedes, son héroes, héroes de la televisión, héroes de México. Su sentido de la responsabilidad es admirable, pero su vocación, más. Cuando gusten nos sentamos y los elogio uno a uno. Tengo razones para felicitarlos a todos sin importar el área, sin importar el personaje. Me queda claro que le sufrieron, pero valió la pena.
Y es aquí donde tengo que destacar el liderazgo de su productora, Giselle González, que siendo joven, y siendo mujer, sacó ese barco a flote con una destreza, con una valentía, apenas comparable a la de los grandes maestros de la televisión en los peores momentos de nuestra historia.
¡Felicidades! ¡Felicidades y gracias, Imperio de mentiras! Los vamos a extrañar. Se los juro.
Con amor, admiración y respeto, Álvaro Cueva.