Como toda la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador cuestionó a Donald Trump durante su campaña de 2016 y criticó la visita del entonces candidato republicano a Los Pinos para encontrarse con el presidente Enrique Peña Nieto. Después escribió un libro, Oye, Trump, en el que descalificó a Trump: “El empeño de estigmatizar a los mexicanos en una forma semejante a como Hitler estigmatizó a los judíos –afirmó—es legal, moral y políticamente inadmisible”.
Poco después de que López Obrador se convirtió en presidente de México, sin embargo, su actitud cambió de manera radical. Es verdad que primero hizo una invitación abierta para que hondureños y salvadoreños que quisieran llegar a Estados Unidos entraran sin obstáculos a México para dirigirse a la frontera, pero cuando un Trump enfurecido respondió que cerraría la frontera con México, lo cual habría generado un desastre económico para nuestro país, ordenó usar la Guardia Nacional como patrulla fronteriza de Estados Unidos. Aceptó también que los migrantes que ya estaban en México permanecieran aquí. Esto le ganó el agradecimiento de Trump.
López Obrador y Trump firmaron un nuevo tratado comercial entre los dos países que entró en vigor en 2020. El mexicano aceptó hacer su único viaje internacional hasta la fecha a la Unión Americana, para agradecer el acuerdo. Trump aprovechó las imágenes para promover su reelección entre la población de origen mexicano en Estados Unidos. Ya este 12 de enero, después del asalto de sus simpatizantes al Capitolio, Trump fue a la frontera con México, presumió su muro y se refirió a López Obrador: “Quiero agradecer al gran presidente de México, es un caballero, amigo mío, el presidente Obrador… Es un hombre que realmente sabe qué está pasando y ama a su país y también ama a Estados Unidos… De verdad tuvimos 27 mil soldados mexicanos resguardando nuestras fronteras durante los últimos dos años. Nadie pensaba que esto era posible”.
Los problemas empiezan hoy que el presidente demócrata Joe Biden asume la presidencia de Estados Unidos. Aunque Biden tiene demasiados problemas sobre la mesa para preocuparse mucho de México, sabe muy bien que López Obrador le apostó a Trump y no a él.
No deja de ser curioso que López Obrador haya forjado una relación tan estrecha con un presidente tan inestable y reaccionario como Trump. Ahora empieza una relación muy complicada con un mandatario progresista. Para empezar, tendrá que deslindarse del pleito en el que se ha metido con la Drug Enforcement Agency y el Departamento de Justicia, a los que ha acusado de “fabricar” cargos contra el exsecretario de defensa Salvador Cienfuegos. Quizá Biden no quiera distanciarse de México, pero no hay duda de que prestará atención a las quejas que le presenten estas instituciones tan importantes para su país.
Twitter: @SergioSarmiento