Al fin llegó el día y se inauguró la Ciclovida, como fue llamada la ciclovía de la Calzada Colón en Torreón.
Esta calzada emblemática de la ciudad pasó de ser un sitio prohibido para los ciclistas al primer sitio con una ciclovía hecho como se debe.
Claro, como se debe hacer una ciclovía emergente, la herramienta para tener una movilidad más segura en tiempos de pandemia.
Ciclovida sigue el diseño del manual para la construcción de ciclovías emergentes.
Este manual, este documento, fue publicado hace meses por el Banco Interamericano de Desarrollo con la participación de grandes expertas en movilidad no motorizada.
Los ciclistas nunca esperamos, al menos por ahora, una ciclovía con equipamiento o señalética propias de una ciclovía permanente. Nos queda claro que es emergente.
Que hay que usarla, que hay que contabilizar y categorizar a quien la use. Que se deben generar datos duros que demuestren que debe permanecer.
Ya la usé. La he recorrido cinco veces, dos de ellas para ir y venir de mi trabajo, otras dos para ir y venir a aforar el tráfico ciclista y una vez el día que el alcalde la inauguró.
Como puede atestiguar cualquier otro ciclista que la haya usado, la ciclovía de la Colón cambia radicalmente la experiencia de transportarse a golpe de pedal por ahí.
Una ciclovía que te segrega del tráfico de los automotores es un gozo a varios niveles. Uno se mueve con esa sensación agradable de moverse por sus propios medios y sin quemar gasolina, de manera barata y haciéndole un bien a su organismo.
También hay un sentimiento de no ser ya ignorado por las autoridades y por quienes se mueven en coche.
El lugar de las y los ciclistas es en la calle. Se nos ha excluído injustamente merced de políticas públicas que han privilegiado solamente el tráfico automotor.
Por fin cambiamos el chip del tráfico por el chip de la movilidad.
Lo que debe importarle a quienes gobiernan nuestras ciudades es que las personas se desplacen de manera segura y eficiente por las calles de nuestra ciudad.
No más la visión ciega de que sólo los coches se desplacen a la mayor velocidad posible.
Han surgido inconformes contra la Ciclovida. Muchas han venido de automovilistas que sienten vulnerando sus derechos al uso exclusivo del pavimento.
Otros, hay que reconocerlo, aceptan este cambio -y aceptarán los que vendrán- porque es un acto de elemental justicia.
Mi predicción es que en poco tiempo, semanas quizá, quienes circulen por la Colón a pie, en bici, en moto o en coche, seremos más cuidadosos. Tendremos más deferencia y empatía con los otros.
La infraestructura ciclista moderna ha demostrado en todo el mundo ser también una herramienta para forjar una nueva cultura vial y fomentar la convivencia y la cohesión social.
Por eso y por muchas otras razones, celebramos junto con miles de ciclistas urbanos laguneros la inauguración de la Ciclovida.
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