Nadie esperaba que este lunes el Presidente reconociera súbitamente que sí se equivocó al obstinarse en cancelar el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco y muchos compartíamos el pronóstico que AMLO desestimaría el informe de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) que dio a conocer el sábado pasado, donde se expuso que esa decisión costó por lo menos, 331 mil 996.5 millones de pesos; más del triple de los 100 mil millones de pesos estimados por el actual gobierno federal, como finalmente ocurrió, argumentando el mandatario que él tiene otros datos, con lo cual confirmamos su obstinación.
Intentando abundar sobre esta idea y la aparente necesidad que el gobierno fuera más sensato en su toma decisiones evitando despilfarros por obsesiones personales, analizaba lo que la Auditoría Superior de la Federación comunicó sobre el dictamen del asunto y de pronto esto tuvo que ser descartado.
Súbitamente la sorpresa y la duda arrasaron, ¿perdimos a la Auditoría Superior de la Federación que 72 horas antes había sido reconocida por su valentía al pronunciarse con severos señalamientos sobre uno de los temas más significativos para el actual presidente?
Según la información publicada por este mismo diario la noche del lunes, la Auditoría Superior de la Federación reconoció inconsistencias en la auditoría sobre el costo de la cancelación del Aeropuerto del Aeropuerto de Texcoco, el cual puede ser menor, y ahora es objeto de una revisión exhaustiva en cuanto a su metodología.
Refieren que el Auditor Especial de Desempeño, Agustín Caso Raphael, en una nota informativa dio a conocer que “detectaron una deficiencia metodológica en la revisión realizada al costo de su cancelación” y nos dejaron en el limbo tratando de entender ¿qué pudo haber pasado? ¿Realmente los “otros datos” del Presidente son una cosa demoledora que ya estará poniendo en el cadalso varias cabezas? ¿Son tan poco experimentados y eficientes en la ASF para comentar un error de esta magnitud y provocar la demolición de su credibilidad?
El resultado de esa revisión a la metodología de la auditoría y sus hallazgos puede que definan en breve si aún tenemos un órgano fiscalizador de respeto o pasó a la historia instalándose en la galería del absurdo. Ojalá se transparente que ocurrió con los auditores, cuánto costará finalmente cancelar el NAIM en Texcoco y “catafixiarlo” por algo en Santa Lucía.
Esta historia se tornó más interesante, aunque no sé si esperanzadora. No la perdamos de vista ni nos confundamos entre unos y otros datos.
NI UNA AGRESIÓN MÁS
Expreso mi total rechazo a cualquier expresión de violencia o atentado contra la Libertad de Expresión, coincido con los colegas de la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca que ayer en un desplegado señaló que no existe justificación alguna para llevar a cabo actos intimidatorios o de franca violencia que comprometan la integridad nadie, tampoco de las y los compañeros periodistas, menos aun escudándose en alguna causa indiscutiblemente legítima.
Considero que las manifestaciones de agrupaciones de mujeres se han vuelto un tema sumamente delicado que hemos tratado de reportar como es deber periodístico, con los recursos y la capacidad de la que cada medio dispone, como hechos de interés en un espacio público, con el mayor respeto y empatía.
Cuesta entender que la visibilidad que han buscado estas organizaciones para reivindicar sus causas y exigencias legítimas, pueda ser cuando se consigue, el detonante de la furia de algunas manifestantes y que reproduzcamos la violencia que se supone todas y todos debemos combatir.
Ayer, cuando ocurrió la vandalización de las oficinas de la Agencia Informativa Quadratín a manos de mujeres enardecidas porque no les agradó una publicación que ese medio hizo sobre una de sus manifestaciones públicas, quedó también en evidencia que no hubo policías estatales ni municipales, como tampoco personal de la Secretaría de la Mujer o de organismos defensores de Derechos Humanos, capaces de interceder, mediar ni contener a las manifestantes, aun cuando dentro de esas oficinas había trabajadoras y trabajadores potencialmente en riesgo, ante la violencia desplegada.
¿Nadie sabían cómo intervenir? ¿Nadie quería exponerse a ser tachado de represor o complicar las cosas? ¿Nadie tenía la autoridad o legal o legítima ante ese movimiento de mujeres? ¿Nadie entendió lo que pasó y prefirieron esperar a que se cansaran y se fueran? ¿Rezaban a algún santo mientras veían por redes sociales el avance de las manifestantes? Quedó claro que tenemos mucho que aprender y rápido. La violencia y la impunidad nos rebasaron y no nos llevan a ningún lado.
@OscarGlenn