Siempre he pensado que el mejor presidente que México ha tenido en la historia reciente es Ernesto Zedillo. No solo recibió a un país en caos al sustituir a un candidato asesinado, un México roto con Ejército Zapatista y una ola de secuestros, crímenes políticos, etc, recibió un México quebrado. En aquel entonces no era público cuánto había en el Banco de México y no estaba claro cuánto había en vencimientos de deuda. El tipo de cambio era fijo y cuando le entregan al país se mueve la banda de flotación que, en pocas palabras, se deja flotar. El tipo de cambio fijo es un error y era insostenible. Hoy solo China mantiene su régimen cambiario fijo porque tiene más de tres trillones de dólares en reservas y le alcanza. Hay otros países que han logrado mantener un régimen fijo, pero a un costo muy alto.
Cuando Zedillo llega, truena todo, caos total, devaluación, tasas de interés arriba de ciento por ciento, hipotecas impagables y un país con 6 mil mdd en reservas y vencimientos en el siguiente trimestre por más de $25 mil. Tuvo que salir al quite Bill Clinton y darnos un crédito de 30 mil mdd. Esto no podía seguir así, y Zedillo implementa algo costoso y doloroso, pero que hasta hoy conservamos y que ha marcado una diferencia: la disciplina fiscal. ¿Qué es? Gastarse lo que se recauda y no mucho más. En nuestro caso es gastar lo poco que se recauda, ya que tenemos una pésima estructura fiscal. A veces nos gastamos un poco más y a eso se le conoce cómo déficit. Pero si es pequeño, es manejable y permite mantener finanzas públicas sanas. Esto que empezó Zedillo lo mantuvieron Fox, Calderón, Peña y López Obrador. La relación de deuda vs. el PIB desde que hay finanzas públicas sanas ha oscilado entre 30 y 50%. Eso hace que la calificación crediticia del país sea buena y haya apetito por invertir en México.
Lo que quiero decir es que sí es fundamental mantener la disciplina fiscal y las finanzas públicas sanas, eso nos ha dado estabilidad en la parte macroeconómica y nos ha permitido tener transiciones tranquilas. También nos ha permitido captar IED a largo plazo. Dinero que genera empleos, riqueza y crecimiento. Que la gente que encabece Hacienda y el banco central mantenga esta disciplina y que comprendan que esto no se puede tocar o cambiar. Lo que tiene que venir acompañado de mensajes y directrices, así como de una visión congruente.
Recaudar poco y gastarlo en gasto social no nos endeuda, pero no aporta crecimiento; el dinero se gasta y se interrumpe un círculo virtuoso donde también la recaudación se invierte en infraestructura y apoyos a los sectores productivos para generar empleos y bienestar. Además de no invertir y gastar, mandamos señales de desconfianza e incertidumbre: NAIM, plantas cerveceras, cancelar proyectos de inversión energética, tocar las reservas de Banxico, recepción de efectivo, pésima estrategia de vacunación, etc.
Por más disciplina fiscal que tengamos, si no viene con acciones y visiones congruentes, puede ser insuficiente y provocar una pérdida en la calificación crediticia y el grado de inversión.
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