Para tomar decisiones, así como para emitir una opinión y asumir una postura con relación a un tema en particular, se necesita información.
El Censo de Población y Vivienda 2020, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se constituye como una buena herramienta para conocer las características y particularidades de la población mexicana, así como de su dinámica. Saber quiénes somos y en dónde estamos es imprescindible para planear lo que haremos en el futuro.
En materia educativa, el censo referido nos ofrece algunos datos de considerable importancia, los cuales son abordados en esta ocasión. Aclaro que no se trata de un análisis exhaustivo, sino de una reflexión general acerca de un par de puntos.
Escolaridad promedio
¿Cuántos años de estudio tiene el mexicano promedio?
La escolaridad promedio de la población de 15 años y más es de 9.7 años.
Lo anterior equivale a decir que el mexicano promedio (de 15 años o más) ha llegado hasta primer año de bachillerato, pues son 6 años de primaria, 3 de secundaria y un poco de preparatoria (el 70% del primer año). El INEGI no incluye al nivel preescolar dentro de los años referidos.
Dadas las condiciones generales de la población mexicana, pensar que nuestra escolaridad promedio es de primer año de bachillerato es algo que nos puede hacer sentir bien. Lo ideal sería que tuviéramos una escolaridad de bachillerato completo, pero al menos tenemos cubiertas la primaria y la secundaria. En lo que sí podemos pensar seriamente es qué tanto de eso realmente sigue presente en nuestra mente.
Teniendo en cuenta esta escolaridad promedio, lo siguiente podría ser investigar cuánto podemos recordar de lo estudiado. Pongamos como ejemplo que en secundaria se estudia álgebra, geometría, ortografía, gramática, historia universal, geografía, historia, etcétera. Siendo así, ¿qué tanto recordamos de todo eso? ¿Podemos distinguir los tipos de triángulos que existen? ¿Se acuerda, estimado lector, cómo se desarrolla el proceso de neutralización química o qué es eso del pH?
En un sentido muy general, los conocimientos adquiridos al cursar asignaturas como Español y Matemáticas deberían perdurar más, pues los empleamos a diario para muchas cosas. Habría que ver si es cierto que leemos y entendemos adecuadamente, o si realmente somos capaces de hacer cálculos precisos (mentales o con lápiz y papel).
Asistencia a la escuela
¿Cuántos niños y jóvenes asisten a la escuela?
El 63.3% de los niños de 3 a 5 años. Es decir, 63 por cada 100.
El 93.8% de los niños y adolescentes de 6 a 14 años. Es decir, 94 de cada 100.
El 45.3% de los jóvenes y adultos de 15 a 24 años. Es decir, 45 por cada 100.
Con base en estos tres datos podemos observar que la mayor asistencia a la escuela se da en el segundo grupo de edad, lo que corresponde a la primaria y la secundaria. Siendo así, podemos decir que casi la totalidad de los chicos que deben ir a primaria y secundaria realmente lo hacen. Esto nos indica tres cosas: tienen escuelas a dónde ir, tienen la oportunidad de asistir y realmente van.
De lo anterior también podemos ver que no todos los niños asisten al preescolar, aunque es parte de la educación obligatoria, y que el abandono escolar se presenta, con notorias cifras al momento de ingresar al nivel medio superior. Los alumnos de secundaria ya no pasan al siguiente nivel. Esto puede deberse a muchos factores, entre los que podrían considerarse el no aprobar el examen de admisión, el no contar con recursos económicos para continuar estudiando o el hecho de abandonar la escuela para iniciar la vida laboral (algo ligado al segundo punto, obviamente).
Queda claro que tenemos cubierta la primaria y la secundaria, pero en el nivel medio superior aún hace falta algo para que los estudiantes continúen en las aulas. Esto, evidentemente, está en consonancia con la escolaridad promedio de los mexicanos de 15 y más años, como ya hemos apreciado.
En este punto, lo que nos debería interesar es conocer exactamente por qué los estudiantes dejan las aulas al transitar al bachillerato. Ya he apuntado algunas hipótesis, pero es necesario investigar más si queremos saber qué sucede en realidad. Eso le corresponde a los profesionales de la investigación educativa, por su puesto, pero todos podríamos preguntarnos, desde nuestro particular espacio, qué sucede con nuestros familiares o vecinos y qué se puede hacer al respecto.
Al final, los datos son eso: datos. Lo que está detrás de ellos es lo que vive cada alumno, cada estudiante. Y eso, precisamente eso, es lo que hace que tengamos ciertas cifras en lugar de otras.
