La pregunta es simple, aunque las posibles respuestas muestran la complejidad del asunto: ¿tienen derecho las Iglesias y agrupaciones religiosas a discriminar?
Uno pensaría de inmediato que por supuesto que no. Nadie debería tener el derecho de discriminar.
Y, sin embargo, muchas organizaciones religiosas lo hacen a partir de sus doctrinas. Por ejemplo, cuando instituyen que el ministerio sacerdotal o pastoral solo puede ser ejercido por hombres y no por mujeres. O cuando establecen que a los seminarios no deben admitirse homosexuales, como lo hizo la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Iglesia católica hace algunos años.
¿Podrían las mujeres y los homosexuales llevar a los tribunales a las Iglesias que se han resistido a ello y obligarlas a no discriminar? El tema viene a cuento a raíz de la noticia de que existe una iniciativa de ley en la Cámara de Diputados para frenar la homofobia sacerdotal, mediante la cual se establecerían sanciones que llevarían incluso a la pérdida del registro de las iglesias en tanto que asociaciones religiosas.
Aunque la iniciativa está dirigida a frenar los discursos de odio y discriminatorios de muchos ministros de culto, en realidad iría más allá, pues no queda claro, por ejemplo, si una manifestación pública para oponerse al matrimonio igualitario podría considerarse parte de este discurso de odio y discriminatorio.
Muchas organizaciones religiosas lo hacen a partir de sus doctrinas
Me pregunto si, de aprobarse esa ley, no significaría que el Estado le quiere imponer a las iglesias una forma de interpretar su doctrina y, en ese sentido, una flagrante violación al principio de separación.
Me pregunto también si tiene sentido hacer una ley específica para castigar a las agrupaciones religiosas, cuando la prohibición general para discriminar ya existe.
Me pregunto de la misma manera si esta iniciativa no está dirigida principalmente a buena parte de las iglesias evangélicas que se han distinguido por su discurso en contra de los derechos de los homosexuales.
Finalmente, me pregunto si la mejor manera de luchar en favor de los derechos humanos de todos es tratando de moldear las doctrinas religiosas o corrigiendo las creencias de los ministros de culto.
Roberto Blancarte
