¿Cómo le hicimos para bajar las cifras de contagio, hospitalizaciones y muertes por covid-19?
No sabemos, al menos no lo sabe este servidor al momento de escribir el artículo.
Sin embargo, hoy cuesta trabajo que la gente tome con la seriedad y la prudencia debidas el mensaje recurrente “quédate en casa”.
Es lógico que si el virus en todo su esplendor no atemorizaba a todos por igual y muchos nunca hicieron caso, hoy que las cifras nos pintan un coronavirus debilitado, a un 10 por ciento de su fuerza de contagio, abunda la gente que hace oídos sordos.
Si nos detenemos en tres días clave, veremos un comportamiento extraño de nuestro enemigo en común. El 30 de enero, en un solo día nos reportaron mil 119 casos de contagio; un total de 53 fallecimientos y la preocupante cifra de mil 873 personas internadas en hospitales.
Un mes después, el 1 de marzo: ya teníamos 335 casos solamente, en un día 29 fallecidos y en hospitales 825 pacientes infectados.
Hoy, las cifras más nuevas marcan solo 109 casos, 14 fallecimientos en 24 horas y 345 hospitalizaciones.
Si usted se va dos párrafos arriba en este mismo texto verá cómo en solo dos meses (del 30 de enero al 30 de marzo) bajamos de mil 119 a 109 contagiados; de 53 a 14 los fallecidos, y de mil 873 a 345 los hospitalizados.
La pregunta va de nuevo: ¿Cómo le hicimos?
Sin afán de buscar, porque el que busca encuentra, hay otras fechas clave que podrían servir para armar el rompecabezas; aquel 14 de enero cuando Manuel de la O advirtió que las elecciones podrían posponerse si seguíamos mal.
También aquel 12 de marzo cuando se anunció que el doctor dejaría de asistir a las conferencias para dedicarse a supervisar la vacunación, y que solo acudiría una vez por semana.
Así terminaremos marzo; en constante caída, pero ante el inminente riesgo de estar sin saberlo, a bordo de un carrito de montaña rusa que podría subir en la semana de Pascua, como resultado del exceso de confianza.
El covid ya no asusta y cuando les dices que no se ha ido, que se encuentra atrás de un “espejismo” y podría volver, muchos emulan a Santo Tomás, “hasta no ver, no creer”.
Víctor Martínez
