Más de 20 años de carrera y doce álbumes a cuestas, y nada parece hacer mella en James Stewart, un artista excesivo, atormentado y estridente que ha transitado por una multiplicidad de géneros que le permiten crear un amasijo extraño diseñado para fascinar tanto como epatar a los escuchas. Concibe una especie de teatro del horror en el que suelta consignas libertarias en la misma medida que narra excentricidades.
Parece broma del arte del absurdo que las plataformas digitales califiquen este trabajo bajo el epíteto de anti-folk; probablemente su obra provoque intensas polémicas y dificultades clasificatorias, pero quedémonos con lo que lo suyo es art rock experimental, que por vez primera se acerca al indie; de ahí que en uno de los sencillos, “Sad Mezcalita”, hayan convocado a Sharon Van Etten -quizá en el mejor momento de su carrera-. En la versión actual del proyecto californiano, Stewart se acompaña de Angela Seo, quien motivó la canción al soltar: nunca escribes canciones de amor. James hizo el intento y obtuvo una pieza acerca del miedo a que asesinen a tu persona amada “o se pierda en el desierto”; nuevamente contó y cantó desde el otro lado del espejo: “It’s not having something evil endure”. Oh No (Polyvinyl Records, 2021) se convierte en el trabajo colaborativo del grupo y en las 15 canciones que lo conforman aparece gente como Twin Shadow («Saint Dymphna»), Chelsea Wolfe («One Hundred Years»), Owen Pallet («I Dream of Someone Else Entirely») y Liars («Rumpus Room»). Al final lo que priva es la oscuridad y cierta densidad. Se trata de una de esas obras que se entienden como una expresión total del arte contemporáneo en el que el amor puede mostrar una faceta siniestra y en el que la tragedia es una forma más de elevación mística.
Juan Carlos Hidalgo