Uno de los símbolos representativos de la ciudad de Francisco I. Madero, son los silos de almacenamiento, arquitectura que a lo largo de los años han sido testigos de la historia y desarrollo de este municipio.
Obra de la Constructora Gaxiola Hermanos, esta construcción se ha convertido en un ícono del municipio y su construcción data de 1943. Con la llegada del ferrocarril en 1895, tiene su origen lo que hoy es la ciudad de Francisco I. Madero, lo que generó que la población empezara a asentarse en esta zona, pero fue hasta 1936, el 30 de noviembre cuando el Congreso de Coahuila emitió el decreto para elevar a la población de Chávez al rango de villa.
En 1902 se construyó en la región la Hacienda de Linares. Su constructor fue José Chávez Baca y a él se debió el pueblo que comenzó a surgir junto a la hacienda llevara el nombre de “Chávez”. Tras la revolución mexicana, este lugar, al igual que toda La Laguna, se convirtió en una importante zona agrícola y punta de lanza de los programas de la reforma agraria, que llevó a la expropiación y reparto de las tierras, así como a la creación de ejidos.
El origen del municipio tiene dos vertientes en su desarrollo, uno de ellos que fue la instalación de la fábrica Anderson Clayton y la estación del tren que atrajo a personas de otros estados quienes fueron empleados en la hacienda y los extranjeros como españoles, chinos y libaneses, quienes vieron un gran potencial económico en este lugar.
El municipio de Francisco I. Madero, se crea el 30 de noviembre de 1936, segregando territorio mediante decreto a San Pedro con 25 fincas y a Matamoros 2.
Gracias a esas propiedades que quedaron dentro del territorio se conservan algunos cascos de haciendas importantes, inclusive más viejas que las que hay en la cabecera municipal, en donde se contó con tres haciendas de las que ya no queda ninguna.
Antonio Tonche Pérez, cronista del Municipio, señala que en la cabecera municipal se cuenta con la hielera que data de la década de los cuarentas, al igual que la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y algunos vestigios de lo que fue la fábrica Anderson Clayton, de la que se conserva un tinaco y un quemador de basura.
La Anderson Clayton, inicialmente se llamaba Compañía de Semillas Oleaginosas, una sociedad que agrupaba a los principales hacendados que sembraban algodón y procesaban algunas semillas para fabricar aceite. Siete años después de haberse elevado la población de Chávez como a Villa de Madero, el entonces llamado Banco Ejidal inició la construcción de los silos que tenía como propósito almacenar en ellos 10 mil toneladas de trigo, principal cultivo en las tierras de Madero en aquellos años.
El cerro de Guadalupe ubicado a unos kilómetros al oriente de la ciudad proporcionó la piedra para que en más de tres metros de profundidad se colocara la mampostería que sirve de cimiento y de ahí la plantilla, las trabes y las columnas.
Los años de trabajo hasta en turno nocturno y más de un centenar de trabajadores hicieron posible la construcción de estos colosos de concreto colocados en dos baterías de 14 cilindros cada uno de ellos de 6 metros de diámetro.
Dos mil 200 metros cúbicos de concreto dan forma a los silos y bajo cada batería se encuentra una bodega de 504 metros cuadrados. Los trabajadores en su mayoría provenían de la Ciudad de México, quienes instalándose en casa Lucia Iduñate y posterior en el hotel Novedades, propiedad de Abraham Elías y Fatme Abdo, quienes a muy corto tiempo lograron ampliar el inmueble para hospedar a los trabajadores de la construcción.
Los silos son edificaciones de más de 16 metros de altura que se han convertido en un símbolo de la ciudad, además de que fueron punta de lanza para la inversión y desarrollo del municipio de Francisco I. Madero.
En los últimos años autoridades municipales han presentado proyectos para la rehabilitación de estas torres que por muchos años han permanecido en el abandono, con la intención de que el ícono de la ciudad pueda ser aprovechado como un espacio cultural.
CALE